22oct / 2019
En la actualidad hay una tendencia a calzar a bebés no andantes ignorando que es un error.
Los pies del recién nacido tiene una sensibilidad táctil exteroceptiva mucho más fina que la de la mano y se mantiene así hasta los 8 ó 9 meses.
Por ello en los primeros meses utilizan los pies para informarse del mundo exterior, toca con ellos todo lo que tiene a su alcance, los manipula con sus manos y los lleva a la boca donde las terminaciones nerviosas sensitivas son mayores. A partir de esta edad el pie de forma gradual pierde este tipo de sensibilidad y se inicia otra más profunda, la sensibilidad propioceptiva.
Con la bipedestación comienza la diferenciación y a través de los años cada uno se ha especializado en su función.
Antes de que el niño comience a andar ha necesitado la información que recibe de la planta del pie y estructuras profundas (articulaciones) para lograr coordinar movimientos y lograr el equilibrio.
TEORÍAS SOBRE EL DESARROLLO DE LA INTELIGENCIA
Los principales autores que han investigado en esta área son:
Piaget, que es una autoridad mundial en el estudio del intelecto. Es el creador de una Teoría sobre la Inteligencia. Su interés no era el estudio del desarrollo motor sino de la inteligencia, pero llegó a la conclusión de la importancia del movimiento en la primera infancia para el desarrollo intelectual.
Afirma que la actividad motriz es el origen de la construcción del pensamiento y de la configuración de la personalidad. Por ello la interacción con su propio cuerpo y en concreto con sus pies es fundamental para el desarrollo cognoscitivo.
Gesell, uno de los más importantes investigadores de la conducta infantil afirma que es la maduración quien dirige el proceso de desarrollo. Los cambios que se observan en los niños se deben a la disposición del organismo para evolucionar fruto del desarrollo neuronal, muscular y hormonal. La motricidad es la primera experiencia para la cognición.
Wallon también considera que la motricidad en el desarrollo del niño está estrechamente vinculada a la actividad mental y participa en la elaboración de todas las funciones psicológicas para posteriormente sostener los procesos mentales. Aporta el concepto “diálogo tónico” que hace referencia a la unidad funcional de lo psíquico con lo motor y profundiza los estudios sobre la relación entre tono muscular y desarrollo emocional.
Pikler, llega a la conclusión que no se debe obstaculizar ni intervenir en el desarrollo motor sino proporcionar al niño situaciones, oportunidades para que pueda moverse, para trabajar el movimiento para que el desarrollo motor se realice de forma espontánea según la maduración orgánica y nerviosa. Es en el primero que leemos que hace referencia a que el calzado no obstaculice el movimiento.
Le Boulch, considera que la primera infancia es un momento clave del desarrollo de la personalidad del niño y del futuro aprendizaje escolar. Etapa que se caracteriza por el momento de la organización psicomotriz y la estructuración de la imagen corporal. La evolución psicomotriz está directamente unida a la calidad afectiva.
También para Da Fonseca el desarrollo motor es el sustrato del desarrollo intelectual y además es imprescindible para acceder a procesos superiores del pensamiento.
Todos los autores coinciden que el desarrollo es fruto de una compleja interacción entre el ambiente y el organismo y que en el punto inicial del desarrollo de la inteligencia no existe una diferencia entre el yo y el mundo externo, se da todo en un bloque.
La toma de conciencia del yo y del otro es progresivo. El recién nacido tiene dificultad para diferenciar su cuerpo de su entorno, de ahí la necesidad de llevarse todo a la boca, los objetos, sus manos y sus pies, para establecer los límites de su cuerpo y diferenciar su yo del entorno.
Su propio cuerpo va a ser su primer elemento de exploración. Se desarrolla a partir de las experiencias que se tienen de las partes de los límites y de la movilidad de su cuerpo que se va adquiriendo a partir de múltiples impresiones sensoriales, propioceptivas y exteroceptivas.
Coger con sus manos sus propios pies produce experiencias sobre los límites del propio cuerpo, nuevas sensaciones y en consecuencia desarrollo cognitivo. Los pies descalzos y los pies llevados a la boca ayudan a la madurez de la propiocepción y exterocepción. La motricidad, sensibilidad y psiquismo están íntimamente unidos.
Cuando el niño controla motriz y sensorialmente su cuerpo podrá aprender y relacionar los elementos de su entorno, es decir seguir desarrollando su inteligencia.
EN CONCLUSIÓN:
En el niño preandante, la característica principal de esta etapa de desarrollo cognitivo es la superioridad de lo sensorial y lo motor sobre cualquier otro aspecto.
A los 7-8 meses, que es cuando los niños manipulan sus pies con las manos o con la boca están aportando un importante estímulo para el desarrollo sensorial. No debemos reprimir la sensibilidad táctil de los pies calzándolos, pues informan del mundo exterior, transmitiendo sensaciones de temperatura, texturas, etc., que favorecen el desarrollo psicomotor del niño, sino cuidar y potenciar la libertad de los movimientos de los dedos y de los pies; a estas edades los dedos, como órgano táctil, se mueven mucho.
En la primera infancia el juego que predomina es un juego motor, jugando con su cuerpo e individual. Juega con sus pies y ello es estimulante del desarrollo, pues permite la maduración del sistema nervioso estimulando la mielinización de las dendritas y favorece el control neuromuscular, el desarrollo intelectual y las habilidades sociales.
El movimiento físico del bebé es factor de aceleración de ciertas formas de maduración por el estímulo de mielinización. Es necesario que la planta del pie en el niño se ponga en contacto con superficies irregulares a fin de estimular las sensaciones cinestésicas y los reflejos posturales.
El niño necesita el estímulo táctil, depresiones, de irregularidades del terreno para desarrollar la propiocepción, mejorar la posición de articulaciones y reforzar la musculatura. El calzado denominado preandante o el calzado para el gateo, no tiene justificación para su uso, impide recibir sensaciones, además añade un peso excesivo a los pies impidiendo hacer lo que necesitan, esto es, moverse y además el niño se lesiona al golpearse las piernas con ese calzado.
El movimiento de autodefensa que utilizan los niños de descalzarse en cuanto pueden tiene mayor significado que el que aparentemente interpretábamos.
No debemos poner impedimentos al desarrollo propioceptivo, neuromuscular e intelectual del niño encerrando sus pies en un calzado que no necesita, al contrario se deberá estimular a los niños a disfrutar de su cuerpo y de su motricidad con los pies descalzos.